¿A qué edad empezamos a ser personas mayores?
Estos últimos meses se ha hablado mucho de las personas mayores, ya que son un colectivo de riesgo ante la pandemia que estamos sufriendo. Pero, ¿todos entendemos lo mismo cuando hablamos de personas mayores?
Muchas veces, al hablar de personas mayores se habla de personas a partir de 65 años. ¿Por qué 65 y no 63 o 68? El motivo es que se identifica ser mayor con el fin de la vida laboral o profesional. Sin embargo, finalizar la vida laboral es muy diferente a que nos consideraremos personas mayores.
De hecho, la mayor parte de personas de más de 65 años no se identifican con la idea de mayor. Un estudio realizado en Canadá, aplicable a cualquier sociedad avanzada, indica que a partir de los 35 años, cada vez no sentimos más jóvenes respecto a nuestra edad real.
¿Por qué en general nos sentimos más jóvenes de lo que somos?
El principal factor es la estructura de población de las sociedades actuales.
En la década de los 80, con una esperanza de vida en España de 76 años, al dejar de trabajar se tenía una expectativa de vida de 11 años. Sin embargo, en 2018 la esperanza de vida se ha incrementado en 7 años, hasta los 83,2 años. Si vivimos más significa que nuestra salud general a los 65 años es mejor ahora que hace años y, por lo tanto, nos sentimos más jóvenes.
Si valoramos la edad como el momento o situación que nos permite hacer determinadas actividades, el momento de sentirnos mayores no es el día de nuestro 65 cumpleaños, sino cuando nuestro cuerpo muestre síntomas de que empieza a envejecer.
¿Cómo podemos saber que empezamos a envejecer?
Aunque cada vez tengamos más años por delante, el paso del tiempo no perdona y nuestro cuerpo nos avisará de que somos mayores y de que vamos envejeciendo poco a poco con algunos síntomas:
- Las células se regeneran más lentamente, por lo que nuestro cuerpo sufre cambios: arrugas en la piel, menor densidad ósea…
- Nos podemos sentir más cansados, lo que lleva a reducir la actividad física y a perder fuerza y elasticidad muscular
- Deterioro del sentido de la vista y del oído.
- Posible aparición de ciertas enfermedades habituales entre las personas de más edad (como el Alzheimer, con edad media de diagnóstico de 80 años)
Estos síntomas nos indican que ya no somos jóvenes y que debemos cuidarnos más pero, a no ser que se diagnostique una enfermedad que limite el día a día, no representan necesariamente un cambio importante en nuestra vida que nos haga sentir ‘ancianos’.
El problema no es envejecer, sino no poder valerse por uno mismo
Si cerramos los ojos y visualizamos la imagen de la vejez, veremos a una persona de piel arrugada, sentada, con cierto aire de fragilidad…
Esto sucede porque muchas veces asociamos la vejez con la etapa en que ya no podemos hacer las actividades básicas del día a día de manera ágil y autónoma, cuando en realidad, en este caso tenemos que hablar de Dependencia.
La Dependencia llega cuando necesitamos que nos ayuden con la compra porque no podemos ir solos al supermercado; cuando necesitamos que nos pongan los zapatos porque nos cuesta doblar las piernas; cuando necesitamos que alguien nos ayude con nuestra higiene, porque no podemos bañarnos solos; cuando nos volvemos olvidadizos y necesitamos cada vez más rutinas o que nos recuerden las cosas…
Es el momento en que somos más frágiles y más vulnerables, y en que necesitamos más atención por parte de la familia y, en muchos casos, por parte de profesionales. Y es el momento de conocer y valorar todos los recursos disponibles para vivir esta etapa de la mejor manera posible, ya sea en casa o en un centro especializado.
Y precisamente ahora que el COVID-19 sigue estando entre nosotros es cuando las personas más mayores y dependientes necesitan que se apliquen al máximo todos los protocolos de seguridad y protección que todos los profesionales dedicados a la atención sanitaria y geriátrica ya aplican desde hace meses.