Psicología del adulto mayor
Acercarse a los 65 años habitualmente significa cambios en nuestra vida. En la mayoría de los casos dejamos de trabajar y pasamos a la etapa de jubilación, con mucho más tiempo libre.
Debemos afrontar esta etapa de manera positiva. La mayor parte de las personas se sienten ilusionadas al llegar a los 65 años y empezar esta nueva etapa. La sociedad actual brinda a estos ‘mayores jóvenes’ gran variedad de oportunidades de emplear el tiempo en cosas útiles.
- Para empezar, en muchas ocasiones a esta edad se tienen nietos a los que cuidar, pasando a ser un gran apoyo para nuestros hijos convertidos en padres.
- También podemos encontrar gran cantidad de cursos para mayores que nos permitirán retomar aquella afición a la que nunca pudimos dedicar unas horas: la pintura, la escritura, el baile, las manualidades, la música…
- Existen también un gran número de oportunidades para realizar voluntariado, lo que nos permitirá estar ocupados y aportar valor a la sociedad y a otras personas.
- Es momento de visitar museos y exposiciones, de hacer excursiones, de viajar, de explorar rincones escondidos de nuestra localidad…
Sin embargo, este cambio de vida conlleva una serie de retos emocionales y psicológicos a los que debemos prestar especial atención, puesto que mal gestionados, pueden llegar a afectar negativamente a la salud. En ocasiones se tiende a pensar que si dejamos de trabajar, dejamos de ser útiles y nos convertimos en una carga para la familia, y esto puede hacer disminuir la autoestima a la vez que aumenta la sensación de soledad y el aislamiento, favoreciendo así la aparición de problemas psicológicos graves.
Estas sensaciones suelen ir en aumento a medida que va pasando el tiempo. En estos casos es importante conocer la psicología de las personas mayores y saber los puntos débiles que los hacen vulnerables a sufrir algún tipo de problema psicológico, para poder reconducir la situación lo antes posible.
Contenidos
Principales aspectos psicológicos del adulto mayor
Pérdida de autoestima
Todo ser humano necesita sentirse aceptado, útil para la sociedad en la que vive y tenido en cuenta. Estos aspectos son importantes a la hora de tener una buena autoestima y mejorar el estado de ánimo y el buen humor.
Muchas personas tienen que dejar de trabajar al cumplir los 65 años aun sintiéndose útiles y activas. Así, nos encontramos con una gran cantidad de personas que deben asumir su retiro pese a que sienten que podrían continuar perfectamente con sus trabajos. Este es uno de los hechos traumáticos a los que nos enfrentamos llegados a cierta edad, ya que se pasa de ser una persona productiva a no tener trabajo ni poder volver a tenerlo.
Para paliar el efecto que produce en muchas personas la finalización de la vida laboral, lo óptimo es buscar nuevas ocupaciones y/o actividades, como las mencionadas anteriormente.
Depresión
Aunque siempre debe acudirse a los profesionales para realizar cualquier diagnóstico ante un cuadro psicológico, saber los síntomas habituales de la depresión hará que nos sea más sencillo poder reconocer el problema:
- Estrés, ansiedad
- Continuo cansancio físico y mental
- Agresividad, irritabilidad
- Desánimo y falta de motivación
- Trastornos alimenticios y del sueño
- Ausencia de placer
- Sentimientos de culpa
- Introspección y aislamiento
- Tristeza patológica y sensación de vacío
- Pensamientos negativos
Es un error habitual creer que estos síntomas son consecuencia directa de la edad, igual que lo es el entender la depresión como una característica normal del envejecimiento. A pesar de que muchos mayores tienen síntomas depresivos en mayor o menor medida, no se debe considerar como algo normal.
Cuando estos síntomas se presentan, especialmente en personas mayores de 65 años, es muy importante prestarles la debida atención para evitar problemas graves debidos, mayormente, a la falta de apoyo familiar o problemas de salud derivados.
El fomento de la salud mental es vital en esta etapa y se puede mejorar adquiriendo unos hábitos saludables que ayudarán a paliar la mayoría de estos síntomas. Por ello, se aconseja mantener una vida lo más activa posible, dentro de las posibilidades de cada persona. También es aconsejable que se disponga de toda la ayuda externa posible para facilitar a la persona mayor su autonomía, así como una buena asistencia sanitaria y social en general.
Establecer una rutina de ejercicios físicos sencillos y aumentar la participación social mejorará la salud mental de cada uno. Disfrutar del aire libre o salir a pasear en grupo, participar en actividades sociales, compartir el tiempo libre o favorecer el ocio son, todas ellas, actividades fundamentales para evitar el aislamiento y ayudarán a mantener una buena salud psicológica. Por otra parte, una mayor implicación en el ámbito familiar, haciéndolo partícipe de decisiones y contando con su opinión, mejorará su autoestima.
Trastornos del sueño
Otro factor importante a tener en cuenta son los trastornos en el sueño que afectan al descanso y, como consecuencia, al estado de ánimo. A diferencia de los niños, que necesitan más tiempo de sueño para descansar y dejar que su cuerpo y su cerebro se desarrollen correctamente, a medida que nos vamos haciendo mayores, el cuerpo necesita menos horas seguidas de sueño.
Muchas personas mayores indican que les cuesta más dormirse, se despiertan con frecuencia por la noche, teniendo un sueño mucho más ligero que cuando eran jóvenes. Si además tenemos en cuenta las enfermedades crónicas que producen dolores articulares, que necesitan orinar con mayor frecuencia u otros problemas derivados de la edad, tenemos una combinación perfecta para hacer que el sueño sea de todo menos reparador.
En estos casos, es importante aconsejarles una nueva rutina de sueño y que duerman durante el día pequeñas siestas reparadoras. Ello les ayudará a poder descansar cuerpo y mente, cosa que probablemente repercuta positivamente en su energía, salud y estado de ánimo.
Ansiedad y estrés
Ante una situación de estrés, el cuerpo tiende a ponerse en alerta para poder superarla, volviendo a su estado normal una vez ha pasado. En las personas mayores, este mecanismo se activa con mayor facilidad, y persiste durante más tiempo que en los jóvenes, manteniendo a los mayores en un estado de estrés más duradero. Por este motivo, la capacidad para sobreponerse al día a día en casos de estrés es mucho menor que en las personas jóvenes. Esto hace que sean mucho más vulnerables en estas situaciones, especialmente en casos de soledad, preocupaciones familiares, problemas económicos, etc.
Por ello es aconsejable llevar una vida relajada y sentirse acompañados. A menudo no podemos evitar los problemas y/o preocupaciones de las personas mayores, pero sí podemos demostrarles que no están solos y que estamos allí para ayudarles a afrontarlos.
Psicogerontología: ¿qué es y por qué es importante?
La psicogerontología es la especialidad de la psicología que estudia cómo fomentar el bienestar de los mayores y sus cuidadores a través del estudio del proceso de la vejez. Se encarga de evaluar el estado emocional y cognitivo del mayor, aplicando las terapias que crea necesarias. También asesora y guía a familiares y cuidadores, así como en centros especializados y agencias de cuidados, si bien su papel no está lo suficientemente extendido en este ámbito.
El psicogerontólogo tiene un papel clave para un envejecimiento activo y de calidad gracias a su intervención en las enfermedades asociadas a esta etapa de la vida y en la salud emocional del mayor. Al igual que tenemos a diferentes especialistas en diversas etapas de la vida, es muy conveniente la atención por parte de un psicogerontólogo y/o un gerontólogo en la tercera edad.
Muestra de su importancia es que cada vez es un servicio más habitual en las residencias de la tercera edad.